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Cada año, la salida se da tras la lectura de los versos que compusiera Dionisio de la Huerta. Sin embargo, es necesario que antes salgan del río los tritones que, enfundados en disfraces, se echan al agua bajo el puente de Arriondas tras el desfile. Lejos de ser una molestia, son parte de la fiesta y tienen su importancia reconocida en los versos de la salida:
Guarde el público silencio(bis)
y escuche nuestra palabra (bis)
De orden de Don Pelayo
después de medir las aguas,
presidiendo el dios Neptuno
los actos de esta olimpiada,
con las <>, los tritones,
el cañón, los centauros y Pialla,
nuevamente se autoriza, en Arriondas,
la carrera de piraguas.
Y cuando demos los vivas
que el reglamento nos manda,
contesten todos a coro,
enronquezcan las gargantas,
que es fiesta de toda Asturias
la fiesta de las piraguas.
Mas si alguno tiene cerca,
una chavalina guapa,
que no la pierda de vista
ni deje de vigilarla;
y, si de veras le gusta,
comience ya a enamorarla,
porque es tradición que en Llovio,
al final de esta jornada,
cuando de las siete en punto
resuenen las campanadas,
a las mozas que lo quieran y se dejen,
Don Pelayo da permiso
para poder abrazarlas.
Y si luego, andando el tiempo,
vamos al cura y nos casa,
con los neños que tengamos
vendremos a las Piraguas
con los collares de flores
y las monteras terciadas,
que no hay fiesta más alegre,
ni más movida y galana,
ni con más bello paisaje,
ni esencia más asturiana.
Cantadlo con toda el alma,
que resuene en todo el valle,
¡Asturias Patria Querida!
el himno de las Piraguas.
Una vez finalizado el himno, se da la salida oficial:
Y ahora sí que va a empezar
la fiesta de las Piraguas...
El juez del Descenso dice entonces <<¡Piragüistas! ¡Preparados! ¡Fuego!>>
Y ya empezó, la carrera por el agua
y quien tenga ojos, que mire
y ponga al mirar el alma
y diga si no es hermosa
la Fiesta de las Piraguas.
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